jueves, 28 de febrero de 2013

jueves, 21 de febrero de 2013

Live Your Life...


Hace ya varios meses desde que tuve que plantarme cara a cara ante la pregunta que a todo joven se le formula alguna vez en la vida,  ‘’Y tu, ¿Qué quieres estudiar?’’.

 Muchas veces no resulta nada fácil poder dar una respuesta certera a tal pregunta, ¿Cómo se le puede pedir a una muchacha que ni siquiera ha alcanzado aún la mayoría de edad que decida algo que marcará el resto de su vida? A los ojos de muchas personas tal vez pueda parecer una simple cría de diecisiete años que fantasea sobre como quiere que sea, o como imagina su futuro.

 No les voy a restar razón en sus opiniones puesto que todas son respetables, y ¿qué diablos? Es una realidad que aún estoy comenzando a vivir y me queda mucho por conocer, pero, ¿acaso no son las experiencias de la vida las que te van aportando madurez, y las que conducen el largo camino que transcurre desde ser una niña hasta alcanzar ser una mujer?

El pasado mes de Junio sonó el último tiritar del timbre de aquel centro escolar y con él se rompió la tregua que habíamos pactado mi futuro y yo, era el momento de tomar decisiones importantes y esta vez no bastaba con esbozar un ‘’pues yo quiero estudiar…’’, ¡no! en esta ocasión había llegado el momento de dar una respuesta concisa, de pronunciar una serie de palabras que permanecerían indelebles en las retinas de todos aquellos que esperaban expectantes a que asomara entre mis labios un susurro sonoro que desvelara como sería el capitulo final de mi temporada estudiantil.

 Siendo sincera, en mí cabeza llevaba mucho tiempo resonando el eco de los pasos de la idea de estudiar publicidad y rrpp, era una idea que había pasado de caminar descalza y a hurtadillas por los rincones menos poblados de mi mente, a calzarse unos señores tacones y a exhibirse paseando por las oficinas centrales de mi cerebro diciendo ¡aquí estoy yo!, era una idea demasiado sexy como para no terminar sucumbiendo a sus encantos.

Pero de vuelta a la realidad, había que tener en cuenta muchas cuestiones antes de lanzarse a la aventura, no todo es tan fácil como decir adelante y emprender un camino sin más.

 Aquello que yo quería estudiar no se encontraba en mi provincia, ni siquiera en mi comunidad autónoma, se encontraba nada más y nada menos que a 2.200 Km. de mi hogar.

 Seamos realistas, decidir finalmente irme a estudiar publicidad a Segovia implicaba perder el contacto con muchas personas, que el trato con mis padres se redujera a conversaciones telefónicas o video llamadas, perderme quizás los años mas dulces de mi hermano menor, que se terminara enfriando la relación entre algunas de mis amigas y yo, ponerle fin a una relación sentimental de casi cuatro años…

No era ni de cerca una decisión fácil de tomar, de hecho, quizás haya sido la decisión más complicada e importante que he tomado.

Aún recuerdo la noche previa a mi viaje, siendo honesta he de reconocer que no pude dormir, un diluvio de pensamientos inundaba mi cabeza dándole oxigeno a mi insomnio y ahogando todas mis ganas de dormir.

Que sensación tan extraña aquella de ser consciente de que ya no había vuelta atrás, de que era el momento de materializar todas las ideas y palabras que había pronunciado y debería ser consecuente con ellas.

 Tal vendaval de sensaciones que se levantaban como un gigante ante mí, señalándome, exigiendo responsabilizarme mediante actos de todo lo que había dicho, despertó una sensación de pánico en mi ser que mediante una ínfima gota de gélido sudor, a modo de cremallera se deslizó por toda mi espalda, desvistiéndome, dejándome desnuda ante mis miedos mas profundos, consiguiendo anudar mi estómago, activando todas mis alarmas internas que finalmente despertaron mis dudas en el oscuro amanecer de mi habitación.

 Hacen ya casi tres meses desde aquella agridulce noche, y si, es cierto que he dejado muchas cosas atrás y que se han cumplido algunas de las cosas que vaticine en su día con mis pronósticos, pero he dado pasos agigantados hasta mi meta de ser una gran mujer.

Pude haberme quedado estancada en aquel diminuto pueblo alejado de la mano de dios donde la mayoría de la gente de mi edad perece por miedo a afrontar lo desconocido, podría haber decidido estudiar un grado de algo que estuviera cerca de casa aunque no me llenará y convivir con mi frustración el resto de mis días preguntándome que pudo haber sido, pero no, creo que el sacrificio ha valido la pena, hay mucho mas mundo que un pueblo y su gente.

Son numerosos los pueblos existentes a lo largo del mundo, y más numerosas aún las personas que viven en ellos, pero solo somos un número reducido los que somos capaces de hablar con nosotros mismos para decirnos: ¡adelante, vive tu vida! ¡Atrévete a soñar!